Dieciocho años atrás, distinguidos panistas (entre ellos uno de apellido Abascal) organizaron la Resistencia Civil Activa y Pacífica (Recap). Un centenar de instructores -capacitados por especialistas filipinos- trabajaron de enero a abril de 1988 en una docena de las principales ciudades del país hasta contar con unas dos mil quinientas personas "graduadas" que a su vez tratarían de "involucrar" en la citada Recap a entre 20 mil y 30 mil ciudadanos dispuestos a defender el triunfo que suponían habría de obtener el candidato presidencial Manuel de Jesús Clou-thier pero le sería arrebatado mediante un "monstruoso" fraude electoral.
La historia de esa resistencia clandestina, preparada pero no ejercida -recuérdese que la dirigencia panista acabó negociando con Carlos Salinas de Gortari para "legitimarlo en los hechos"-, fue revelada por Mary Lou Dabdoub, reportera de la revista Contenido, que en su entrega de julio de 1988 publicó "Yo asistí a un curso de resistencia civil". Dabdoub estuvo en una casa de las Lomas de Chapultepec, en el Distrito Federal, donde participó en el cursillo que estuvo a cargo de Héctor Valenzuela, entonces candidato panista a senador por el estado de México, Rodrigo y Fernando Amerlinck (dirigentes ahora de México Unido contra la Delincuencia) y Salvador Abascal, varias veces legislador panista, presidente de la Fundación Rafael Preciado y hermano del actual secretario de Gobernación.
"En el Distrito Federal, los cursillos de Recap se impartían en casas particulares, a grupos de entre 20 y 30 personas, los fines de semana. Las sesiones abarcaban quince horas (ocho el sábado y siete el domingo) y la instrucción costaba diez mil pesos", escribió Mary Lou en ese "reportaje gigante" al cual corresponde todo lo que aquí aparezca entrecomillado. De entrada, el instructor Valenzuela les advirtió que se estaban preparando para una "guerra" que se libraría "en julio próximo, con motivo de las elecciones, y el enemigo será el gobierno, si es que hay fraude abierto".Uno de los asistentes pidió que fuera definido "qué es y qué no es sabotaje", y la respuesta de los instructores fue: "Bloquear por horas los teléfonos de una radioemisora o canal de televisión con llamadas para protestar por la información amañada a favor del gobierno es una legítima reclamación, ejercicio de un derecho del público; en cambio, cortar las líneas es sabotaje, un acto inmoral al que no se debe recurrir. En Ciudad Juárez se tomaron los puentes, pero no fueron volados".
Rodrigo Amerlinck explicó luego los "198 modos de protestar" que contiene el "manual de Recap: Desde hablar con la gente en la calle, colas, jardines públicos, salas de espectáculos, estadios, etcétera, hasta organizar marchas, mítines, plantones y desfiles, pasando por el envío de cartas a los periódicos, la publicación de desplegados en la prensa y la exhibición de mantas, letreros y pancartas. Lo fundamental en la etapa de la protesta es convencer a más y más gente, para contar con el número adecuado de militantes a la hora de encarar acciones más ambiciosas".
"El segundo paso es la no cooperación, que puede ir desde negarse a asistir a determinados actos hasta retirar masivamente los depósitos de los bancos y declarar la huelga general. La gama intermedia de posibles acciones de no cooperación es muy amplia: no utilizar ciertos servicios del gobierno, no pagar impuestos, no consumir ciertos productos, no comprar en determinados comercios, no leer tales periódicos, no escuchar tales radioemisoras, no ver tales canales de televisión, etc."
"Un paso más adelante -decía Rodrigo Amerlinck- se entra de lleno al terreno de la desobediencia. Antes de dar este paso hay que contar con una gran masa de militantes, porque si los desobedientes son muchos, el gobierno no puede castigarlos a todos y, generalmente, opta por no castigar a ninguno". La última etapa sería "la de intervención", en la que "los desobedientes no se limitan a desobedecer, sino que procuran impedirle al gobierno gobernar. Formas de intervención son los bloqueos de puentes, carreteras y vías férreas; transmitir información con equipos de radio y televisión no autorizados, invadiendo o interfiriendo las transmisiones oficiales; la impresión y distribución de periódicos y panfletos; las huelgas de hambre en lugares públicos; mantener sitiados día y noche oficinas y edificios gubernamentales, y bloquearles teléfonos y télex, para impedir el trabajo de la burocracia; además de la constante movilización en las calles, para arrinconar y asfixiar al gobierno".
Salvador Abascal había dado antes los fundamentos filosóficos de Recap (basada esa resistencia en "las enseñanzas y experiencias de Gandhi y Martin Luther King, sin olvidar al pionero en estas tácticas: Jesús"): "La auténtica autoridad ejerce poder porque la gente se lo reconoce y concede: vence porque convence. El que sólo se adueña del poder, no de la autoridad, es obedecido únicamente en la medida del miedo que inspira, de la amenaza que ofrece, de la corrupción que ejerce (...) Si la autoridad se mantiene legítima, el respeto de la gente no se acaba. En cambio, llega un momento en que el poder arbitrario, ilegítimo, empieza a inspirar cada vez menos miedo y más desprecio". Por todo ello, "desacatar la ley injusta significa acatar una ley más importante, la del respeto a la propia dignidad".
Fernando Amerlinck, por su parte, apuntó en un pizarrón lo que según los asistentes eran "puntales" que soste-nían un poder como el de, en ese tiempo, el PRI: "Los sindicatos domesticados", "la complicidad de los medios de información", "la servidumbre de los ejidatarios", "la corrupción inculcada desde arriba", "el gran fraude de las paraestatales", "la fuerza bruta de ejército y policía", "el fraude electoral"...
A dieciocho años de distancia, la periodista Mary Lou Dabdoub puede estar segura de que hay reportajes que resisten el paso del tiempo.
Y, mientras reaparece la historia de la señora Marta y sus hijitos escandalosamente enriquecidos (historia clave para entender el aparente desquiciamiento de Fox en busca de mantener al PAN en el poder: perder las elecciones sería abrir camino a las familias del sexenio rumbo a la cárcel), ¡nos vemos el domingo, en la marcha, y el lunes aquí, en esta columna que sabe resistir sin que le den cursillos!
Julio Hernández López
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