martes, septiembre 04, 2007

El cambio climático como oportunidad


Hace pocos días, un alto gerente de una gran empresa de energía removió cielo y tierra para poder entrevistarse conmigo en un aeropuerto. Quería hablar de biocombustibles y saber qué podían hacer la ONU, o más exactamente el PNUMA, el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente, por él y por su producto. Hasta hace poco, tan solo el hecho de que una multinacional energética llamara a la puerta de un organismo internacional hubiera dado lugar a sospechas. Hasta ahora, la globalización se entendía como un fenómeno sin orden, en el que el mercado establece las reglas. Por eso sorprenden los cambios producidos en los últimos meses: el sector privado empieza a aceptar el concepto de la sostenibilidad en el mercado global. Una causa de ello es, seguramente, el desafío global de nuestro tiempo. Pero la tendencia de las empresas a buscar el contacto con la comunidad de naciones no es sólo altruismo, sino que obedece a una simple necesidad: para que muchas soluciones técnicas se puedan imponer en el mercado se necesitan normas internacionales. Y esas normas sólo pueden fijarse en un sistema multilateral.
Aparte de las consecuencias directas para el medio ambiente, el cambio climático tiene otros efectos notables. Gracias a la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático y el Protocolo de Kyoto, disponemos de un Mecanismo de Desarrollo Limpio (MDL), que ha hecho surgir un mercado mundial de energías limpias. Según estimaciones, el MDL y el comercio de CO2 podrían generar una corriente de inversiones del norte al sur del planeta de 100.000 millones de dólares. Esto no es precisamente el tipo de globalización que suscitó protestas callejeras en Seattle, sino una nueva forma de globalización, más inteligente y activa, aunque sea sólo el inicio.

La cooperación global tiene lugar de formas muy diferentes. Como “catalizador de intereses” permite la colaboración de muchos socios. En 2007 y 2008 se verá si las esperanzas puestas en una nueva era de la cooperación internacional son justificadas o no. El último informe del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (PICC) ha calculado los costos de la estabilización de la atmósfera. Un adecuado valor de referencia es el 0,1 por ciento del PIB anual mundial hasta 2030. Es un precio bajo, que se deberá pagar económica y sobre todo políticamente. Creo firmemente que en las próximas conferencias de la ONU en Bali, a principios de diciembre de 2007, y en Copenhague en 2008, alcanzaremos un segundo Tratado de Kyoto, que nos colocará en la senda correcta.

El cambio climático ofrece también una oportunidad para abordar otros temas: por ejemplo los Objetivos de Desarrollo del Milenio. Es evidente que la lucha contra los efectos del cambio climático sirve al logro de algunos de esos objetivos, por ejemplo el abastecimiento mundial de agua potable. Pero también tiene relación con la construcción y el desarrollo de eficaces sistemas de alcantarillado, porque un deficiente tratamiento de residuos genera emisiones de gas metano, uno de los causantes del efecto invernadero. Mejorando los sistemas de alcantarillado se podría retener el metano producido y utilizarlo como combustible. Es sólo un ejemplo de muchos. El cambio climático afecta también el mercado laboral: muchos nuevos puestos surgirán, y no sólo en los países industrializados. La empresa Long Yuan, de China, es hoy uno de los más grandes operadores de energía eólica y Suzlon, de India, uno de los cinco primeros fabricantes de instalaciones de energía eólica.

El cambio climático forja la esperanza de que sea posible una cooperación internacional también entre empresas e incluso gobiernos. El principio multilateral no sólo sobrevive sino que está en auge. Si más de 190 naciones cooperan en la protección del clima, eso podría crear entre el Norte y el Sur la confianza mutua necesaria para abordar otros difíciles temas globales, como la regulación internacional de justo acceso a recursos genéticos y la trabada Ronda de Doha de la Organización Mundial del Comercio.


Achim Steiner es desde 2006 director ejecutivo del PNUMA subsecretario general de la ONU. Este alemán nacido en 1961 estudió filosofía, política y economía en Oxford.

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